Es Fuego Consumidor

Manchas y explosión solares. Fuente: scitec.nosdom.com

El astro rey, el sol, la luminaria mayor uno de las creaciones mas admirables de Dios, esta puesta por señal a esta generación,
Aunque las sequías han tenido un papel preponderante en la historia de la humanidad, parece que padecemos un cierto tipo de amnesia suicida. Inclusive en disciplinas como la edafología, poco se reflexiona sobre su relación entre los suelos y la las sequías. Tal hecho no afecta tan solo a propiedades que se modifican rápidamente, como lo es por ejemplo el contenido de la materia orgánica (MOS) de los sistemas edáficos. Durante mucho tiempo, en países como México, ha imperado la imagen oficialmente bodeguil de los suelos. Esta es la de un almacén de elementos químicos llamados nutrimentos, dando un papel secundario a la MOS, aun sabiendo sobradamente que es una importante indicadora de su actividad biológica interna, entre otros muchos procesos. La materia orgánica, junto con la arcilla, resulta fundamental con vistas al almacenamiento, entre otras substancias, del agua. Del mismo modo, suministra compuestos orgánicos como vitaminas y hormonas, importantes para el desarrollo de las plantas, hecho que también suelo subestimarse. Por lo tanto, las plantas en suelos pobres en materia orgánica al estar subalimentadas, sufrirán aún más drásticamente los efectos de las sequías. Tal hecho, al parecer pudo provocar el ocaso de las civilizaciones teotihuacana y maya en México. Pero experiencias trágicas como estas existen en casi todo el mundo.

Es poco sabido, que la edafología, o el estudio de los suelos propiamente dicho, se inició en 1876, cuando Dokuchaev fue a investigar a Ucrania los efectos de una sequía devastadora, según González Carcedo (2007) nos informó en esta bitácora. Por otra parte, y aunque el concepto de sequía es relativamente sencillo, ya consideramos que esta ocurre cuando la precipitación, en un lapso temporal determinado, es menor a lo cotidiano ydaña seriamente las actividades humanas. Por otra parte, existen varias definiciones académicas, que sólo constituyen obstáculos importantes para los trabajos de investigación, García-Jiménez y Fuentes-Mariles (1999). Un nuevo ejemplo de la mediocridad de algunos generalmente autodenominados científicos. Proponer y proponer más y más definiciones no conduce a nada.

A pesar de todo, es necesario realizar una aproximación muy seria a este fenómeno y tomarlo en cuenta a la hora de tomar de decisiones trascendentes.En los estudios de granos de polen fosilizados, encontrados en la construcción de la Torre Latinoamericana de la Ciudad de México llegaron a analizarse sedimentos de Muchos años de antigüedad, observándose que el clima ha sufrido fuertes fluctuaciones (Sears, Foreman y Clisby, 1955).


En forma mas concreta, la desaparición de la cultura maya se atribuye a una sequía excepcional de siglo IX, la cual estuvo relacionada con el desplazamiento hacia Centro América, desde Europa, de un núcleo de alta presión. Al mismo tiempo se observaron temperaturas excepcionalmente frías en Europa, en el trabajo arqueológico de Gill R. al que hace referencia Cecil en 2004.

Parece ser que el efecto de la sequía se agravó por el deterioro de los suelos, como lo constituye su pérdida de materia orgánica. Todo ello fue provocado por el uso y abuso indebido de los suelos, como se infiere de dicho trabajo. También tenemos como referencia actual el fenómeno continental de la Corriente del Niño, García et al. (1997) con una frecuencia de siete a dos años y de la Niña y cuyos efectos desgraciadamente son famosos por su catastróficas sequías e inundaciones regionales.

La mención de una sequía más antigua en el altiplano, reprodujo bajo el gobierno de Moctezuma Ilhuicamina (1447); durante la colonia, se puede relacionar con la construcción de las alhóndigas, entre las cuales se encuentra la famosa de Granaditas en la Ciudad de Guanajuato. Todo induce a pensar que se trataba de un procedimiento olvidado con vistas a reservar granos para los periodos escasez. Más recientemente, algunos expertos relacionan ciertos cambios climáticos y/o fenómenos meteorológicos excepcionales con manifestación de las manchas solares, cada once años. Este es el caso de las sequías e inundaciones (como mínimo las que acaecen en ciertos lugares del planeta), según Noble y Lebrija (1957). Las regiones más afectadas por las sequías son el centro y norte de la república, en la segunda mitad del siglo pasado, ocurrieron de 1948-1954, 1960-1964, 1970-1978 y 1993-1996. En este sentido, a escala nacional, pueden considerarse fechas clave: 1960, 1962, 1970 y 1998. Sinb embargo, sólo más recientemente se iniciaron estudios sistemáticos (García-Jiménez y Fuentes-Mariles, 1999).



Son muchos los que defienden que la presencia de las manchas solares, afecta el calentamiento natural de la atmósfera, litosfera, corteza terrestre y la superficie de los océanos. Otras de sus principales causas son las alteraciones de la circulación general de la atmósfera, generadas por modificaciones en la absorción y reflexión del calor en la superficie de la tierra. Además parecen acumularse de las repercusiones de la variabilidad del tamaño, grosor y persistencia de espesas capa de polvo atmosférico(principalmente procedentes del Sahara, en lo que concierne al Golfo de México), en los cambios de la temperatura de la superficie de los océanos, modulando o condicionando la intensidad de los fenómeno del Niño, la Niña, así como las mareas altas. Por si fuera poco, no podemos olvidarnos de los consabidos incrementos en las concentraciones de dióxido de carbono por el uso de carbón mineral y derivados del petróleo, que ocasionan variaciones espacio-temporales de las precipitaciones. Las regiones más susceptibles a las sequías se localizan en las zonas de alta presión alrededor de 30° N, S y en los polos. Además México, se encuentra a igual latitud que los grandes desiertos africanos, asiáticos y australianos. Pero estos patrones también son afectados por la orografía, cercanía al mar, corrientes marítimas, cobertura vegetal y el uso del suelo por el hombre, de acuerdo a García-Jiménez y Fuentes-Mariles (1999).

Por si fuera poco, las sequías se pueden autoperpetuar, ya que la superficie libre de vegetación devuelve a la atmósfera una mayor cantidad de calor “latente”. Así, por ejemplo, las áreas urbanas tienen un efecto doble sobre la humedad, ya que el concreto y el asfalto evitan la permanencia del agua sobre la superficie del suelo, impidiendo también la infiltración, y con ello la necesaria recarga de los acuíferos. Más concretamente primero absorben el calor solar y luego lo irradian, siendo tan proceso magnificado por el calor de los motores y la industria. Por estas razones, las urbes son consideradas “islas de calor. Las ciudades, por tanto, son proclives a las microturbulencias en donde las partículas de suelo y contaminantes se constituyen en núcleos de condensación, mezclados a mayor altura en la atmósfera. Tal proceso generará una predominancia de nubes tipo cúmulos continentales, sobre las marítimas, favoreciendo la persistencia de la sequía, de acuerdo a García-Jiménez y Fuentes-Mariles (1999).

Además las pocas lluvias que se presentan en los periodos de sequía, aquellas suelen tener un mayor efecto erosivo, según Descroix et al, (2001). Bajo condiciones subhúmedas con lluvia anual de 600 mm, es de esperarse unaalteración del comportamiento hidrológico, al cambiarse al cubierta vegetal, más que un incremento de los escurrimientos, conforme a Descroix y Viramontes (2003). De Todo ello se deriva la lógica importancia de la conservación de la cubierta vegetal o al menos de residuos de cosecha.






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